Llego el verano, con su calor pegajoso y sus largas tardes de calor tórrido. Un matrimonio alemán, con sus hijos, decide varenear en una playa italiana: Torre di Venere. Allí se trasladan. La playa, como en Sitges, en Palma, en Torremolinos, está invadida de bañistas, turistas y veraneantes que intentan burlar el calor con remojones en el agua del mar.
A la familia alemana le ocurre un percance tras otros: el niño se pone enfermo de tos ferina; la hija, de ocho años, provoca un escándalo porque se quita el bañador en público y practica la natación desnuda. Pero también hay momentos de felicidad: la función en un teatro, donde actúa el Mago; aunque también acabe en tragedia.
En la playa, los niños juegan y se divierten- Hay algunos que son auténticos diablillos. Un gran escritor alemán. Thomas Mann, ha observado detalladamente los caracteres de los pequeños personajes y describe el del travieso Fuggiero en su novela Mario y el Mago: Cierto día, en el agua, un cangrejo le había pinchado el dedo gordo de un pie; por tan fútil motivo lanzaba unos gemidos dignos de los héroes de la antigüedad, que se clavaban en el alma y daban la impresión de haber ocurrido una horrible desgracia. Todo parecía indicar que Fuggiero se creía afectado por la herida más envenenada del mundo. Se arrastro a gatas hasta la tierra, revolcábase dando a entender unos dolores que parecían insoportables y ululando gritaba:
-Oírme ¡- rechazando las trágicas conjuraciones de su madre y las exhortaciones de los demás presentes, con violentas brazadas y patadas distribuidas adiestro y siniestro.
A la familia alemana le ocurre un percance tras otros: el niño se pone enfermo de tos ferina; la hija, de ocho años, provoca un escándalo porque se quita el bañador en público y practica la natación desnuda. Pero también hay momentos de felicidad: la función en un teatro, donde actúa el Mago; aunque también acabe en tragedia.
En la playa, los niños juegan y se divierten- Hay algunos que son auténticos diablillos. Un gran escritor alemán. Thomas Mann, ha observado detalladamente los caracteres de los pequeños personajes y describe el del travieso Fuggiero en su novela Mario y el Mago: Cierto día, en el agua, un cangrejo le había pinchado el dedo gordo de un pie; por tan fútil motivo lanzaba unos gemidos dignos de los héroes de la antigüedad, que se clavaban en el alma y daban la impresión de haber ocurrido una horrible desgracia. Todo parecía indicar que Fuggiero se creía afectado por la herida más envenenada del mundo. Se arrastro a gatas hasta la tierra, revolcábase dando a entender unos dolores que parecían insoportables y ululando gritaba:
-Oírme ¡- rechazando las trágicas conjuraciones de su madre y las exhortaciones de los demás presentes, con violentas brazadas y patadas distribuidas adiestro y siniestro.
La escena atrajo espectadores de todo la playa. Fue llamado un médico; aquel mismo que formulara sobre nuestra tos ferina un juicio tan sensato; una vez más se le brindó ocasión para demostrar su lealtad científica. Al mismo tiempo que intentaba consolar amablemente al pilluelo, declaró al paciente que volviera al agua para refrescar la mordedura minúscula. Pero en vez de escucharle, como si se tratase de un herido o de un ahogado, Fuggiero fue llevado a la playa sobre una camilla improvisada, seguido de un nutrido cortejo.
Comentarios
Las dotes de observación en Thomas Mann, que se ponen de relieve en tantas ocasiones a través de su obra y para sus pequeños personajes han dado características de frescura y vitalidad a sus novelas y relatos. Bien podemos decir que la narrativa de Mann tiene temperamento aristocrático, una limpidez cristalina y, no pocas veces, un indudable refinamiento.
El gran novelista alemán Thomas Mann nació en Lubeck en 1875 y falleció en Zurich en 1955. Vivió en Italia y después en Norteamérica. Entre sus novelas más destacadas debemos citar: Los Buddenbrookd, La montaña mágica, Tonio Coger, La muerte en Venecia y El doctor Fausto.
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