martes, 15 de abril de 2008

LAS PALABRAS. Jean-Paul Sastre

¿Verdad que es difícil recordar el momento en que uno aprendió a caminar, a leer, a escribir? Es tan difícil como saber el momento en que uno se duerme o deja de estar despierto. Sin embargo, a todos nos gustaría saber cómo se fueron haciendo comprensibles para nosotros esos extraños signos que no quieren decir nada pero que, de pronto un día comienzan a tener significado y nos parece descubrir un mundo nuevo, lleno de palabras que hablan de mares, países, hombres y animales. Un gran escritor francés, Jean- Paul Sastre, ha escrito un libro. Las palabras, sobre su infancia, en el que recuerda cómo aprendió a leer. Aprovechemos la oportunidad que nos ofrece para saber cómo lo hicimos nosotros:

Ana María me hizo sentar delante de ella, en mi sillita; luego se inclinó, bajo los párpados y se durmió. De aquella cara de estatua salió una voz de yeso. Creí volverme loco. ¿Quién contaba? ¿Qué? ¿Y a quién? Mi madre se había ido: ni una sonrisa, ni un signo de que estaba allí; yo me sentía en el exilio. Además no reconocía su manera de hablar corriente. ¿De dónde le venía aquella seguridad? Al cabo de un momento logré comprenderlo: era el libro el que hablada…Me apoderé de una obra titulada Tribulaciones de un chino en China y me la llevé al cuarto trastero; allí, tendido en una cama plegable de metal, hice ver como que leía: seguía con los ojos las rayas negras sin saltarme ni una y me explicaba a mi mismo una historia en voz alta, teniendo cuidado de pronunciar todas las sílabas. Me sorprendieron – o hice para que me sorprendiera -, y hubo exclamaciones; entonces decidieron que ya era hora de que aprendiera el alfabeto. Mostré un celo de catecúmeno, y conseguí incluso que me dieran clases particulares. Me iba derecho a mi cama de metal con Sin familia, de Héctor Malot, que me sabía de memoria, y, medio recitando, medio descifrando, seguía todas las páginas, una detrás de otra: cuando volví la última, ya sabía leer.

Me volví loco de alegría: ¡ahora serían bien mías aquellas voces…. Que el abuelo reanimaba con su mirada, aquellas voces que él sentía sin hablar, y yo no ¡Ahora las sentiría, me llenaría de discursos ceremoniosos, lo sabría todo. Se me permitió vagabundear por la biblioteca y me dispuse a asaltar la sabiduría humana. Fue eso lo que me formó.






Y mi opinión sobre lo que leí es:

He aquí una belicosa descripción del aprendizaje de un niño. En Las palabras, Sastre intenta explicar su propia vida, su aislamiento de la realidad, su error de confundir “las cosas con sus nombre”, por haberlas aprendido en los libros antes que en la vida. Pero el autor de Las Palabras ha llegado a ser, pese a esta infancia retraída, uno de los grandes valores literarios de la dad contemporánea. No es posible dar unas características de su ingente obra, pues Sartre es un hombre que ha ido cambiando constantemente, sin detenerse jamás en un punto. Es un discutido dramaturgo –Las moscas, a puerta cerrada, El diablo y el buen Dios-, un loable ensayista agudo y penetrante –Situaciones- y un filósofo del existencialismo –El ser y la nada, Crítica de la razón dialéctica-. Pero sobre todo, es un escritor de dimensión universal, pues ha puesto al hombre y a sus problemas ante la vida como centro de toda su labor literaria.
Jean-Paul Sartre nació en París 1905- Filósofo, dramaturgo, novelistas y ensayista de renombre universal, rechazó el Premio Nobel de Literatura en 1964. En 1946 fundó la revista Les temps modernes. Además de las obras citadas ha escrito una trilogía novelista, Los caminos de la libertad, y numerosos ensayos políticos y filosóficos.

EL LIBRO DE LAS MIL Y UNA NOCHES

Las mil y una noches es uno de los principales libros de cuentos de la literatura oriental. Muchas son las adaptaciones que se han realizado, destinadas principalmente al público infantil, teniendo entre los favoritos a Aladino y la lámpara maravillosa, Simbad el marino y Alí Babá y los 40 ladrones, comenzando por supuesto con la de Scherezada, la doncella que logró evitar su muerte contando estas historias al sultán durante un día, nueve meses y dos años.
Las historias originales, muchas de ellas sangrientas y sensuales, refieren sucesos ocurridos en Persia, India y Egipto. Claro que al destinarse a ser contadas a los niños se han realizado adaptaciones que conservan la parte de la enseñanza moral.
Son historias fantásticas de magia, sultanes, genios malhumorados, truhanes, doncellas, ciudades de construcciones maravillosas, de desiertos, camellos, mares, monstruos, alfombras mágicas, romances y desventuras que nunca pasan de moda y que son redescubiertas por cada nueva generación.
En este volumen, cuya selección y adaptación es obra de Margarita Castells, se separa de las versiones tradicionales que prefieren a Aladino, Alí Babá y, aunque incluye El primer viaje de Simbad el marino, da cuenta de otros 10 relatos menos conocidos: La pulga y el ratón, La generosidad de Hátim Atay, Historia del envidioso y el envidiado, El maestro analfabeto, El pescador y el genio, El enano jorobado, El banquete de Mansur, El prestamista y el ladrón, Historia de Abú Quiry Abú Sir y El rey Simbad y el halcón, este último un poco violento.
Las ilustraciones de esta adaptación, editada en pasta dura, son de Eulália Sariola, quien se inspiró en la antigua ciudad Siria de Alepo.
El libro de las mil y una nochesSelección: Margarita CastellsEditorial: Ediciones BNúmero de páginas: 71Precio de lista: 199 pesos



La literatura árabe empezó a decaer en el siglo XI, y en el XIII, tras la invasión mogólica, se eclipsó casi por completo. Sin embargo, en esta época se redactó definitivamente Las mil y una noches, colección de cuentos de origen indio que fueron traducidos al persa y que posteriormente penetraron en Arabia, donde se les añadieron relatos fantásticos de procedencia egipcia.
Los cuentos que integran Las mil y una noches, más que una producción c completamente árabe, constituyen una clara muestra de la desbordante fantasía oriental. La unidad de la narración se consigue mediante el recurso de ponerlos en labios de la hermosa y no menos inteligente Scherezada, esposa del sultán Echarían.
La sultana, cada amanecer, interrumpe s narración a fin de evitar o cuando menos retrasar la triste suerte que aguarda a todas las esposas del sultán, que deben morir tras la primera noche nupcial. Al llegar a la noche mil una, las sentencia fue revocada.
He aquí un fragmento de uno de los cuentos más famosos, precisamente el que nos habla del segundo viaje de Simbad el marino. En el, como en todos los demás se hace gala de una deslumbrarte imaginación capaz de trasladarnos a los ambientes más exóticos y a las situaciones más maravillosas:

…Al fin vine a resignarme en la voluntad de Dios, y sin saber qué haría; me fui a la cima de un gran árbol, desde donde miré a todas partes por ver si descubría alguna cosa que pudiera darme un rasgo de esperanza.
Dirigiendo la vista hacia el mar, no descubrí más que haga y cielo, pero habiendo divisado por la parte de tierra cierta cosa blanca, bajé del árbol y, con las provisiones que me quedaban, caminé hacia aquel objeto blanco, que estaba tan distante que no podía distinguir bien lo que era.
Cuando me hallé a una distancia proporcionada, noté que era una bola blanca, de altura y grosor prodigiosos, y habiéndola tocado luego que estuve junto a ella, halle que era muy suave. Di una vuelta a su alrededor para ver si tenía alguna abertura: pero no pude descubrir ninguna, y me pareció imposible subir sobre ella según era de lisa: tendría unos cincuenta pasos de circunferencia.

Estaba el sol próximo a su ocaso; de repente se oscureció el aire, como si hubiese interpuesta una espesa nube, Pero si quedé asombrado de esta oscuridad repentina, no lo quedé menos cuando vi. que el objeto que la producía era un pájaro de un tamaño extraordinariamente grande que venía volando hacia donde yo estaba.

Luego me acordé de un pájaro llamado roc, del cual había oído hablar con frecuencia a los marineros, y conocí que la gruesa bola que tanto había yo admirado debía de ser un huevo de aquel pájaro. En efecto, se dejó caer y se puso sobre él para cubrirlo.

Al verlo venir, me había apretado cuanto pudo junto al huevo, de suerte que el pájaro puso delante de mí unos de sus pies, que eran tan gruesos como un gran tronco de árbol. Áteme fuertemente a él con el lienzo del que estaba rodeado mi turbante, con la esperanza de que cuando emprendiere su vuelo me sacaría de aquella isla desierta.

Efectivamente, después de haber pasado la noche en aquel estado, luego que amaneció y echó a volar el pájaro, y me elevó tan alto, que ya no descubría la tierra; y luego se precitó con tanto rapidez que no sentía dónde entabla. Cuando paró el pájaro y me vi. en el suelo, desaté inmediatamente el nudo que me tuve ligado a su pie, y no bien había acabado de soltarme, cuando se arrojó sobre una serpiente de una longitud prodigiosa, la cogió y al punto echó a volar…

EL AMOR Y LA MUERTE



Las rosas, símbolo del amor y de la vida, van ligadas a menudo a la obra de los poetas. Pero para Rilke, esas flores significaron mucho más que un simple poema: una espina de rosal agravó la enfermedad del poeta y le causó la muerte. Hoy, el poeta reposa para siempre cerca de un río, entre altas montañas, bajo un rosal y unos versos que había escrito para él mismo: ((¡Oh rosa, pura contradicción!... Ser el dueño de nadie bajo tantos parpados))

Rainer Maria Rilke es un poeta que sabe expresar, aunque a veces oscuramente, las preocupaciones esenciales del hombre: el amor, la muerte, la nostalgia ante la fugacidad de las cosas, su limitación en el tiempo y en el espacio… Todos estos sentimientos, que después se harén casi una obsesión en él, aparecen ya amputados en Canción de amor y de la muerte del corneta Cristóbal Rilke, su primer obra, escrita de un tirón durante una noche de insomnio. El corneta en el ejército alemán de entonces era también quien llevaba la bandera. Así sobrevino su muerte en la batalla:

Y él corre como un loco por sitios que llamean, por puertas que ardientes le rodean por escaleras que chisporrotean a su alrededor, y fuera del castillo ha salido ya. Entre sus brazos lleva la bandera, como una mujer blanca sentido. Y ya ha encontrado un caballo, y es como una exhalación. El más adelantado de todos ha pasado a los demás, incluso a sus hombres. Y entonces la bandera la bandera jamás tan reciamente fue portada. Y ahora la ven todos, lejos, delante, y conocen al joven de los claros cabellos, sin casco, y conocen la bandera…

Pero ella comienza a centellear, va desplegándose y se vulva grande y roja… La bandera está encendida entre los enemigos y todos corren hacia ella.

Desde sus primeros versos, la poesía de Rilke destaca por su perfección formal y melódica. En cierto modo, Rilke puede considerarse como un escritor ((totalmente)) europeo, debido a sus continuos contactos con los distintos círculos culturales del continente. Residió durante muchos años en Francia y estuvo en España. Entre sus obras más conocidas deben citarse Elegías de Duino, en las que describe la lucha que se da en el hombre entre la bestia y el ángel; Libro de las imágenes, Libro de las Horas, etc. Compuso también algunos poemas directamente en francés.

VERANEO EN LA PLAYA

Llego el verano, con su calor pegajoso y sus largas tardes de calor tórrido. Un matrimonio alemán, con sus hijos, decide varenear en una playa italiana: Torre di Venere. Allí se trasladan. La playa, como en Sitges, en Palma, en Torremolinos, está invadida de bañistas, turistas y veraneantes que intentan burlar el calor con remojones en el agua del mar.
A la familia alemana le ocurre un percance tras otros: el niño se pone enfermo de tos ferina; la hija, de ocho años, provoca un escándalo porque se quita el bañador en público y practica la natación desnuda. Pero también hay momentos de felicidad: la función en un teatro, donde actúa el Mago; aunque también acabe en tragedia.
En la playa, los niños juegan y se divierten- Hay algunos que son auténticos diablillos. Un gran escritor alemán. Thomas Mann, ha observado detalladamente los caracteres de los pequeños personajes y describe el del travieso Fuggiero en su novela Mario y el Mago: Cierto día, en el agua, un cangrejo le había pinchado el dedo gordo de un pie; por tan fútil motivo lanzaba unos gemidos dignos de los héroes de la antigüedad, que se clavaban en el alma y daban la impresión de haber ocurrido una horrible desgracia. Todo parecía indicar que Fuggiero se creía afectado por la herida más envenenada del mundo. Se arrastro a gatas hasta la tierra, revolcábase dando a entender unos dolores que parecían insoportables y ululando gritaba:
-Oírme ¡- rechazando las trágicas conjuraciones de su madre y las exhortaciones de los demás presentes, con violentas brazadas y patadas distribuidas adiestro y siniestro.


La escena atrajo espectadores de todo la playa. Fue llamado un médico; aquel mismo que formulara sobre nuestra tos ferina un juicio tan sensato; una vez más se le brindó ocasión para demostrar su lealtad científica. Al mismo tiempo que intentaba consolar amablemente al pilluelo, declaró al paciente que volviera al agua para refrescar la mordedura minúscula. Pero en vez de escucharle, como si se tratase de un herido o de un ahogado, Fuggiero fue llevado a la playa sobre una camilla improvisada, seguido de un nutrido cortejo.
Comentarios

Las dotes de observación en Thomas Mann, que se ponen de relieve en tantas ocasiones a través de su obra y para sus pequeños personajes han dado características de frescura y vitalidad a sus novelas y relatos. Bien podemos decir que la narrativa de Mann tiene temperamento aristocrático, una limpidez cristalina y, no pocas veces, un indudable refinamiento.
El gran novelista alemán Thomas Mann nació en Lubeck en 1875 y falleció en Zurich en 1955. Vivió en Italia y después en Norteamérica. Entre sus novelas más destacadas debemos citar: Los Buddenbrookd, La montaña mágica, Tonio Coger, La muerte en Venecia y El doctor Fausto.

VEINTE AÑOS POR UNA SOLA OBRA

En 1571, un noble francés se retira a su castillo para entregarse a la lectura, la meditación y el trabajo. Salvo breves paréntesis impuestos por los acontecimientos y por sus deberes ofíciales (es consejero del Parlamento de Burdeos y gentil hombre de la corte del rey de Navarra), Michel de Montaigne –éste es el nombre del escrito –perseverará en esa existencia, rodeado de libros, durante un período de veinte años.

Fruto de ello será su única obre, que titulará, escuetamente, Ensayos. Estos ensayos tratan de numerosos temas. Por ejemplo. He aquí algunas de las ideas de Montaigne sobre la educación de los adolescentes:

Por lo demás esta educación debe ser presidida por un rigor comprensivo, y no como se practica habitualmente, de modo que, en ves de atraer a los niños hacia las bellas obras literarias, no se les ofrece, en verdad, sino horrores y crueldad. Suprímase, la violencia y la fuerza; en mi opinión, no hay cosa que trastorne y vicie más hondamente a todo natural honesto.

Si deseas que un jovencito tema la vergüenza y el castigo, no le habitúes a ellos; habitúale a que sude y a que pase frío, al viento y al sol; a que las veleidades del azar no cuenten para él. No le consientas malicia alguna, ni refinamientos en el vestirse, en el comer y el beber, y que no duerma en lecho de plumas; no le conviertas en un lindo muchachito afeminado, sino en un adolescente sano y vigoroso.





Michel de Montaigne, que vivió entre 1533 y 1592, nació y murió en el castillo de su nombre. Desempeñó diversos cargos públicos entre otros el de alcalde Burdeos. La filosofía de sus Ensayos no es pesimista,. Montaigne estima que el “arte de vivir” debe fundarse en una conducta prudente, inspirada en el buen sentido y en el espíritu de tolerancia.

RESEÑAS DE SECUNDARIA "QUÍMICA"


La maestra de química era a todo dar. De estatura mediana, contaba con un cuerpo que a todos nos dejaba con la boca abierta, sobre todo cuando usaba sus falditas un poco arriba de la rodilla. Su cara ovalada era la imagen viva de la maestra de la que todo el mundo se enamora. Bonita en toda la extensión de la palabra, de cabello oscuro y quebrado, que muchas veces recogía en una simple cola de caballo. Sus hombros frágiles a veces quedaban al descubierto, pues gustaba de usar unos sencillos suéteres con cuello redondo bastante holgados. Sus senos pequeños, pero que a leguas se notaban firmes y bien proporcionados para su delicado cuerpo, eran de nuestras principales visiones. Por otra parte, sus piernas fuertes y bien torneadas eran siempre motivo de inspiración.

Llevábamos casi tres semanas con el estudio de la famosa tabla de elementos químicos. Ya medio habíamos entendido aquel asunto de su acomodo por número atómico, el cual significaba el número de protones que se hallan presentes en su núcleo. Nos costaba un poco más de trabajo entender el número de electrones que rodeaban al núcleo, y, por supuesto, conceptos tales como el peso atómico y los diferentes niveles de energía.
Otro de los problemas de la famosa tabla era su acomodo por cualidades físicas, como metales, no metales, gases raros, etcétera y precisamente en esas andábamos cuando a la maestra se le ocurrió que debíamos exponer por equipos, supuestamente para que se nos grabara mejor toda la información. De modo que formamos equipos y a nosotros nos tocó exponer los elementos lantánidos.
Durante tres días nos reunimos alternativamente en las diferentes casas de tres integrantes del equipo para estudiar y preparar nuestra exposición, pues de ésta dependía la mitad de nuestra calificación del tercer bimestre, por lo que, debíamos hacer una presentación de primera.
Por fin tocó nuestro turno y, de inmediato, pasamos los cinco integrantes del equipo al frente del salón. Ante la mirada complaciente de la maestra, que se hallaba sentada detrás de su escritorio, y la curiosidad de todo el salón, nos fuimos presentando: Beatriz, Antonio, Germán, el sope y yo. Hicimos una breve pero sustanciosa exposición que nos valió el reconocimiento de la maestra, quien nos mandó a nuestros lugares luego de solicitar al grupo nos brindara un fuerte aplauso por la exhibición presentada. Casi teníamos ganados cinco puntos de calificación, ahora solamente restaba esperar el examen.

Y éste no tardó en llegar. Una semana más tarde todos nos encontrábamos nervioso dentro del salón, esperando con ansias que el maestro de historia no llegara a dar su clase, lo que nos permitiría una hora más de repaso, y por fortuna, así ocurrió pues el maestro no se presentó.
Todo el mundo se puso a repasar de último minuto la famosa tabla. No faltó quien preparó sendos acordeones, pero dado el riesgo de su empleo a la mera hora del examen, muchos temían sacarlo, pues la maestra no era nada barco y los podía descubrir, por lo que empezaron a idear todo tipo de extrañas estratagemas para burlar la vigilancia. Y de esta lluvia de ideas surgió una que nos pareció la mejor de todas: al fondo del salón se hallaban un grupito sumamente entusiasta parado encima de las bancas, por lo que muchos más acudimos a ver qué hacían. Se habían trepado, con ayuda de algunos libros, sobre los pupitres, para alcanzar el techo. Allí pintaban con lápiz, nada menos que la tabla periódica íntegra, con sus valores atómicos, y el mayor número de propiedades posible.
Nos pareció tan estupenda idea que no tardamos en hacer lo propio en el techo sobre nuestros respectivos lugares, y antes de que te lo cuente, ya habíamos dibujado como cinco tablas periódicas completas. El último trazo de nuestra obra maestra quedó concluido justo antes de que la maestra entrara con paso acelerado al salón. Para entonces ya nos habíamos acomodado y todos mustios esperábamos a que se nos entregaran las hojas de examen.

Para no hacerte el cuento largo, te platicaré que cada vez que desconocíamos la respuesta a alguna pregunta del examen, hacíamos como que nos poníamos muy pensativos y dirigíamos nuestra mirada hacia el cielo en busca de ayuda, misma que de inmediato obteníamos, pues toda la información requerida se hallaba a nuestra disposición.
Mientras tanto, la maestra, sentada en su lugar, complacida con nuestro extrañamente tranquilo comportamiento, y sin haber descubierto hasta ahora ningún papelito sospechoso que la hiciera cancelar el examen de algún tramposo, se dedicaba a hojear sus notas.
Poco a poco fuimos terminando nuestro examen y conforme lo hacíamos el salón se iba quedando vacío.

Por fin, cuando apenas quedaban unos cuantos compañeros por terminar, la maestra, al parecer un poco aburrida, decidió cambiar de posición su silla y estiró sus piernas de lado para desperezarse un poco. Unió sus manos detrás del cuello y alzó la vista hacia el techo para relajarse un poco. De pronto, descubrió algo que la hizo incorporarse lentamente. Se acercó al centro del salón y desde allí confirmó sus sospechas.
Había nada menos que cinco tablas periódicas completas pintadas sobre la lisa superficie del techo.
De inmediato regresó a su asiento y exigió a los que faltaban le entregaran su examen, pues en ese momento y sin ofrecer mayor explicación, lo daba por terminado.
Sobra decir que al día siguiente nos informaba que todo el grupo quedaba reprobado en ese bimestre.
A todos nos dolió la sentencia, sobre todo por el hecho de que muchos sí estábamos suficientemente preparados para pasar el examen y aunque así no hubiera sido suficiente para pasar, pues ya teníamos ganados cinco puntos por la exposición en equipo. La trampa nos salió cara.

LOS ENSAYISTAS

El ensayo es un género literario que exige claridad, sencillez lógica y brevedad, pues en corto espacio ha de decirse directamente lo que se pretende divulgar.
El ensayo es un comentario razonado, una exposición lógica de un tema concreto, casi siempre conocido, pero que se pretende enriquecer con nuevos datos o ideas. En España surgió talla internacional: Ortega y Gasset, Eugenio d’Ors, Gregorio Marañòn, Salvador de Madariaga, Manuel Azaña y otros.

Todos ellos cultivaron este género con singular maestría; aunque los temas que trataron en sus escritos no fueran los mismos, sí lo eran su preocupación esencial – España y la elevación de su cultura a nivel europeo – y su estilo, claro, brillante, convincente, elegante. Todos ellos, y especialmente los tres primeros, han desempeñado un papel fundamental en la cultura española del siglo, tanto con sus ensayos como con su labor docente en la universidad: Ortega, Eugenio d’Ors, y Marañòn fueron catedráticos de la Universidad de Madrid, y el primero fundó y dirigió la prestigiosa revista intelectual Revista de Occidente. Quiza sea Ortega la figura más sobresaliente del grupo de ensayistas españoles. He aquí un breve trabajo suyo dedicado a los niños españoles:

El porvenir de España depende enteramente de la sociedad, los niños, depende enteramente de que aprendas o no aprendas una cosa ¿Sabes cuál? Esto que has de aprender y cultivar en nosotros exquisitamente, niños, es lo que en mayor grado faltaba a los padres y nuestros abuelos. ¿Sabes qué es? ¡Ah!, una cosa que parece muy sencilla. Esta: distinguir entre personas.

No ignores que con el ejercicio y el adiestramiento consigue el hombre perfeccionar incalculablemente su capacidad de distinguir. El pintor llega a notar la diferencia entre colores que a los demás parecen iguales. El músico distingue las más leves divergencias entre los sonidos. Para el que es catador de vinos, como lo fue el padre de Sancho Panza, no hay dos vinos iguales. La palabra <> significó en un principio el que distingue de sabores.

Pues bien, la vida de una sociedad y más aún la de un pueblo depende de que sus individuos sepan bien distinguir entre los hombres y no confundan jamás al tonto con el inteligente, al bueno con el malo.

Mira: a la hora en que escribo esto para ustedes hay en España, desgraciadamente, muy pocos hombres inteligentes y de corazón delicado. Solo estos hombres puros, espirituales, profundos y nobles podrían mejorar a la patria. Pero no logran que se les atienda.





Por que los españoles que ahora forman nuestra sociedad no saben distinguir entre hombres y, acaso de buena fe, creen que son inteligentes los que son más necios, que son buenos los que son más farsantes. Ya sabes que hay enfermos de la visión los cuales ven grises los objetos azules. Una cosa parecida les acontece hoy a los españoles: padecen una perversión del juicio sobre personas. Se juzga inteligentemente a esos vanos charladores que llaman políticos. Se cree que es buen poeta, buen novelista, buen profesor, el que más lugares comunes dice, el que mejor halaga al publicó repitiendo las tonterías que éste pensaba hace veinte años.

Y en tanto los mejores, los que verdaderamente valen, son poco conocidos, nadie les hace caso o, tal vez, se les combate en todas formas. ¿Ven cuan importantes es que ustedes llegaran a la madurez con una exquisita sensibilidad para distinguir entre el valer verdadero y el falso? A este fin les recomiendo, entre otras, cuatro reglas o criterios:

No hagas nunca caso de lo que la gente opina. La gente es toda esta muchedumbre que te rodea: en la casa, en la escuela, en la universidad, en la tertulia de amigos, en el Parlamento, en los periódicos, etc., fíjate y advertirás que esa gente no sabe nunca por qué dice lo que dice, no prueba sus opiniones, juzga por pasión, no por razón.
Consecuencia de la anterior no te dejes jamás contagiar por la opinión ajena. Procura convencerlos huye de contagios. El alma que piensa, siente y quiere por contagio es un alma vil sin vigor propio.
Decir que un hombre tiene verdadero valor moral o intelectual es una misma cos que decir que su modo de sentir o de pensar se ha elevado sobre el sentir y el pensar vulgares. Por eso es más difícil de comprender y, además, lo que dice y hace choca con lo habitual. De antemano, pues, sabemos que lo más valioso tendrá que parecernos, al primer momento, extraño, difícil, insólito y hasta enojoso.
En toda lucha de ideas o de sentimientos, cuando veas que de una parte combaten muchos y de otra pocos, sospecha que la razón esta en estos últimos.


Noblemente presta tu auxilio a los que son menos contra los que son más.


COMENTARIO:

El ensayo tuvo como principales cultivadores a José Ortega y Gasset (Madrid, 1883 – 1955). Eugenio d’Ors (Barcelona, 1882 – 1954), Gregorio Marañòn (Madrid, 1887 – 1960), Salvador de Madariaga (La Coruña, 1886), Manuel Azaña (Alcalá de Henares, 1880, Montauban (Francia), 1940, etc.

Ninguno de los ensayistas citados puede ser clasificado rotundamente, aun cuando en Ortega predominen los temas de filosofía de la Historia -La rebelión de las mesas- ; en D’Ors, los estéticos -Glosarios-; en Marañòn, los científicos e históricos -El conde duque de Olivares. La pasión de mandar-; en Madariaga, los histórico-literarios –Colón-, y en Azaña, los políticos –Plumas y palabras-, pues todos ellos escribieron sobre arte, filosofía, novela, teatro, historia, etc.

Ustedes mis futuros (as) docentes escribirán sus experiencias hoy y siempre a los largo de 35 años de labor docente, no dejen de realizarlo y dejen para las futuras generaciones, la experiencias de escribir su propia historia.

UN VIAJE EN TRANVÍA. Wenceslao Fernández Flóres

Hoy en día puede tener tanta emoción viajar en un tranvía o en un autobús abarrotado de gente como escalar el Himalaya en medio de los más terribles peligros. Al menos, así lo afirma Fernández Flórez, uno de los grandes humoristas de la literatura española. He aquí las aventuras de un famoso explorador inglés, a quien se le ocurrió subir a un tranvía en Madrid:
William Brook era un viajero infatigable. No había secretos para él en la redondez de la tierra. Había cruzado seis veces el Sahara montado en reflexivos camellos, sufriendo la angustia de la sed Padeció el escorbuto en Spitzberg. Frotó su nariz con las narices de los negros que esconden sus cabañas en el arcano del África central. Pisó las inhóspitas playas de Tierra del Fuego y se sentó más de cien noches en los vivaques de los cazadores de pieles de Canadá y ante las escudillas llenas de arroz de los chinos. Subió en globo, descendió en submarino, cortó el hielo con acerados patines, durmió en las copas de los árboles, sufrió y gozó todas las emociones y peripecias de los grandes viajes. Y un día llegó a Madrid.
Llegó a Madrid con su ligero casco de corcho, sus medias inglesas y su morral cruzado en bandolera; y se situó en la Puerta del Sol para esperar un tranvía, el número 3.
Primero no esperaban el 3 más que una señora con una cesta y cinco guardias; pasando media hora, una multitud impaciente y torva se alineaba junto a los carriles, pateando, mirándole reloj y dándose codazos. Unos automóviles que aplastaron a siete u ocho personas no lograron aclarar el grupo. Al fin sonó una voz:
-¡Ahí viene un 3!
Se acercaba, en efecto, lleno de luz, con racimos humanos en su plataforma y los topes oscurecidos por una masa que, según pudo advertir después William Brook, era un conglomerado de chiquillos. Se acercaba tintineando alegremente. No se había detenido aún y la muchedumbre se lanzó a asaltarlo.
Empujando, pisoteado, pellizcado, el ilustre viajero fue y vino entre la turba. Ora se encontraba rechazado hasta el Ministerio de la Gobernación (1), ora se veía lanzado contra el coche. Pegó y le pegaron Mordió y le midieron. Oyó llorar a una madre que había perdido a su hijo en el tumulto, y a un padre que había perdido su alfiler de corbata. William Brook ha naufragado tres veces y presenció, con el corazón estremecido, las luchas desesperadas por la posesión de un bote o de un simple chaleco salvavidas. Nada sin embargo, tan tremendo como aquella batalla por alcanzar un puesto en el tranvía número 3. William gritaba en varios idiomas: -¡Renuncio, renuncio!¡No quiero más! Pero nadie le hacía caso. A la fuerza le izaron a la plataforma posterior. Había perdido el casco de corcho y una bota; tenía la sospecha de llevar rotas dos costillas, pero no pudo comprobarlo hasta una hora después, porque no le era posible mover los brazos, apretujado entre los asaltantes.
Nada de particular tiene que en aquella confusión poca gente supiese dónde estaban sus bolsillos y metiesen las manos en los de los demás. Esto fue lo menos importante, y no se preocupó de ello porque un espectáculo más doloroso le conturbó poderosamente. Una señora gorda exhalaba cerca de él angustiosos gemidos, murmurando que iba a perecer aplastada de un momento a otro. Un anciano murió en el instante de decir: Dos billetes hasta Noviciado; pero como no podía caerse al suelo, nadie se enteró de su muerte.
El tranvía quedó seis veces sin fluido, y llegó al final del trayecto al cabo de setenta minutos. La señora gorda bajó biselada. William Brook tenía casi todo el pelo blanco…

(1) Edificio situado en la Puerta del Sol de Madrid.

Y mi opinión sobre lo que leí es:

Este es un relato, lleno del humor crítico y amable tan característico de su autor, pertenece a un libro titulado. Las gafas del diablo.
Wenceslao Fernández Flórez alcanzó grandes éxitos en el género narrativo; tras el humorismo de sus relatos late una visión pesimista y amarga del mundo. Fue autor de numerosas novelas y cuentos, entre los que cabe destacar El bosque animado, El secreto de Barba Azul, Las siete columnas y El malvado Carabel. Fue miembro de la Real Academia de la Lengua. Nació en la Coruña hacia 1879 y murió en Madrid en 1964.

UN MUNDO FELIZ. Aldos Huxley

Ha habido una tercera guerra mundial. Han vencido los Reformadores, los cuáles han considerado que la libertad individual, la democracia y la cultura eran contrarios al Progreso Económico y a la Estabilidad Social. Con ellos ha nacido una nueva sociedad, un Mundo Feliz.
El consumo y el “progreso” se han convertido en los dioses de una nueva sociedad. Los libros han sido quemados; el pensamiento independiente y crítico es tachado de actividad antisocial y subversiva.
Toda libertad ha sido sacrificada en aras del orden. Los ciudadanos del mundo alcanzan la felicidad no a través de su relación con los demás sino mediante el consumo regular de una droga; el soma.
Los ingenieros de emoción han sustituido el arte por una serie de diversiones extremadamente agradables pero sin contenido. La técnica se ha desarrollado extraordinariamente. Miseria, vejez y enfermedad son simples recursos de un tiempo lejano.
No existe la familia: los niños (as) son producidos en laboratorios. Ya desde el comienzo de su vida, el Centro de Predestinación social los divide en varias castas de inteligencia y belleza física, según el cargo que hayan de ocupar en el futuro. Los niños son educados para cumplir su función social y para consumir, para comprar cosas incesantemente a fin de mantener la marcha de la industria.
Sin embargo, en un rincón del globo, en Nuevo México, existe una reserva de salvajes, una tribu de indios que no han entrado en la civilización y vive en forma primitiva. Uno de ellos, participe de la antigua cultura, pues ha descubierto unas antiguas obras de Shakespeare, es transportado al Mundo Feliz.
Pronto el joven salvaje se siente desgraciado y se rebela contra la total ausencia de libertad y de sentimientos nobles, y exhorta a todos a dejar de ser autómatas satisfechos. Pero su empeño es inútil. Sus dos únicos amigos son deportados y él consigue huir. Pero pronto se le hace imposible mantenerse aislado: los periodistas lo descubren y se convierten en objeto de la curiosidad pública. Los visitantes acuden a verlo como si fuese un animal del parque zoológico. Pero viendo que no pude escapar, muere desesperado.

Y mi opinión sobre lo que leí es:

Éste es el argumento de Un mundo feliz, novela de ciencia ficción. Aldous Huxley exponen ella su hipótesis sobre el futuro de nuestro mundo.
La actual sociedad de consumo es caricaturizada hasta lo monstruoso. Frente a ella, el escéptico Huxley no ofrece más esperanza a su salvaje que la huida y el regreso a la vida primitiva.

No obstante ha declarado, años más tarde, que, de volver a escribir la novela, le ofrecería una tercera posibilidad: la vida en otra sociedad, libre y anárquica, al margen del Mundo Feliz.

El escritor británico Aldous Huxley nació en Godalming en 1894 y murió en Hollywood en 1963. Fue hombre de gran cultura y de actitud crítica ante la vida.
Entre una amplía producción destacan, además de Un mundo feliz, las novelas Contrapunto y Viejo muere el cisne.
Mtra. Fuentes

viernes, 11 de abril de 2008

Presentación.

Maestra. Gisela Hurtado Villalón
Directora escolar
Reconociendo la participación de los lectores de la peña literaria


Quedan pocos maestros (as) que no opinen que una de las mejores herencias que puede dejar la escuela sea el hábito y el gusto por la lectura. Esta es la razón por la que los docentes y directivos de la Escuela Normal de Tlalnepantla (ENT), hemos realizado esfuerzos para predicar con el ejemplo al fomentar el hábito de la lectura, el sólo hecho de que en la biblioteca haya libros no significa que un buen número de alumnos (as) vaya a interesarse por ello. La ENT implemento la estrategia de Peñas Literarias, la cual es verdaderamente útil para el desarrollo del gusto por la lectura, los normalistas eligen el libro de su agrado, y en las peñas literarias, nos narran el contenido, colocando los libros en el universo del placer, para que todos los asistentes; maestros (as) y normalistas, leamos el libro expuesto y/o aquellos que ya lo leyeron enriquezcan la presentación con sus aportaciones.

Reuniones de docentes de la ENT desarrollando el gusto por la lectura

Vengo trabajando con el Programa Estatal de Lectura en la jornada de verano “Vacacionando con los libros” leyendo un libro mensualmente, y emitiendo mis lecturas y comentarios en el portal http://lectura.edomexico.gob.mx:81/, donde agradecí al Lic. Enrique Peña Nieto. Gobernador Constitucional del Estado de México, por crear un portal para fomentar la lectura y así ayudar a los estudiantes a sacarle provecho a la lectura, y así como el esta convencido de la magia de la lectura, porque quien lee crece y con él crece el mundo que lo rodea; ampliando su horizonte, abriéndole nuevos caminos, enriqueciendo su existencia y trascendiendo en su actuar. Igualmente convencida estoy que un minuto de lectura… es un paso a la cultura, entendiendo por cultura todo lo que el hombre ha creado y creara para beneficio de la humanidad. Los libros leídos fueron:

SEPTIEMBRE Reseñas de Secundaria. Biología, José Luis Sil.

OCTUBRE Cien años de Soledad, Gabriel García Marquez.

NOVIEMBRE Un mundo feliz, Aldos Huxley.

DICIEMBRE Un viaje en tranvía, Wenceslao Fernández Florez.

ENERO Los Ensayistas, José Ortega y Gasset.

FEBRERO Reseñas de Secundaria. Química, José Luis Sil.

MARZO Veinte años para una sola obra, Michel Luis Sil.

ABRIL Veraneo en la playa, Thomas Mann.

MAYO El amor y la muerte, Rainer Maria Rilke.

JUNIO Las mil y una noches, Margarita Castells.

JULIO Las palabras, Jean-Paul Sastre.

AGOSTO Los ratones y las ranas, Homero.


No solo en la escuela práctico la lectura por placer; también en mi vida social, me reúno con familiares y amigos en el Vips y formamos un grupo de lectores, tomando el cafecito, leemos y compartimos los pensamiento del autor y socializamos en contra o a favor del autor; es este otro espacio para el desarrollo del gusto por la lectura.

Sin olvidar mi función como Tutora de acompañamiento, favorezco las competencias de lectura, comprensión y socializar ideas asì como compartir los libros leídos, de mis tutoradas, antes de que se expongan en las Peñas Literarias que la ENT ofrece.


Circulo de lectoras
Lydia Margarita Fuentes Flores y María de Lourdes Mendoza Zuñiga



Tutoría de Acompañamiento
Compartimos en los jardines de la Escuela Normal de Tlalnepantla
Los libros leídos y así fomentamos el hábito y el gusto por la lectura.
Profesoras en formación bajo mi tutoría
Ayari Gómez Cruz y Mireya Lizbeth Ruiz Najera


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